En los últimos meses, hablar de que la inteligencia artificial está desplazando a los humanos del trabajo genera dos tipos de debates. El primero es el asociado a los que consideran que la IA lo está haciendo y que hay que dar respuesta al cómo se afrontará el logro de los recursos que toda familia precisa para su desarrollo y progreso en condiciones dignas y de mejora socioeconómica. El segundo, es el de quienes niegan que faltará trabajo y sostienen que los ajustes masivos que han ocurrido en empresas importantes como Microsoft, IBM o Meta, entre otras, son coyunturales y no son consecuencia del cambio de paradigmas en cuanto al trabajo. Consideran que son sólo una evidencia de los desajustes entre formación y requisitos laborales. Una afirmación que no considera las cuestiones de fondo asociadas a que las reducciones o ajustes afectan de forma transversal a ingenieros, programadores, administrativos, contables, planificadores, analistas, personal de soporte etc, de todos los sectores.
Vivimos una época en la que se expulsa mano de obra y, simultáneamente, aumenta la demanda de habilidades cada vez más relacionadas con los conocimientos asociados a la industria y la sociedad 4.0, es decir: la robótica, la digitalización, la inteligencia artificial, la realidad virtual, la impresión 3D, el internet de las cosas y la nanotecnología. Pero lo hace exigiendo que estos profesionales comprendan la sociedad digital, es decir, entiendan el comportamiento de las personas y el entorno global que es multicultural y diverso, a través del conocimiento de la historia, la cultura, las corrientes filosóficas y la política.
No se puede ignorar que la automatización y la IA están desplazando a los humanos del trabajo y, a la vez, generan demanda de profesionales con nuevas habilidades, actitudes y conocimientos, es en este concepto en el que se basa el informe del Foro Económico Mundial “Future of Jobs 2025”, para estimar que en el horizonte 2030 se destruirán 92 millones de empleos, pero se crearán 170 millones de nuevos puestos.
Las incertidumbres y riesgos son muchos, pero tenemos algunas certezas, como que ya no es válido seguir manteniendo, como se ha hecho durante siglos, la división entre ciencias y letras como si fueran dos culturas opuestas. Esta separación sigue presente en muchos sistemas educativos, aunque hoy resulta obsoleta y perjudicial. Ahora es imprescindible la interrelación entre científicos y humanistas para afrontar los desafíos sociales, económicos y éticos. La sociedad de la IA exige personas interdisciplinarias con una cultura fruto de una formación que combine simbióticamente ciencias y letras.
Este es uno de los reto a afrontar y, por ello, el sistema educativo no pueden seguir formando personas con métodos y conocimientos (carreras y grados) que han servido para llegar donde estamos, pero que no sirven para avanzar con seguridad y libertad hacia el futuro.
